Las empresas de una misma industria son de esperar que compartan similitudes, por ejemplo, en cuanto a procesos productivos, stakeholders, el entorno medioambiental de sus operaciones, requerimientos de mano de obra calificada y no calificada, etc. Pero, igual de cierto es que las diferentes combinaciones de estos factores sumado a características propias de la empresa, como su modelo de negocio, el marco regulatorio que enfrentan, las contrapartes comerciales y/o mercados en los que participa, por mencionar algunos, hacen de ella una unidad única y, por tanto, siendo necesario que realice su propio análisis de riesgos, con el fin de identificar aquellos que pueden afectar los derechos de las personas.
Como se presume de más arriba, también es cierto que existen ciertos tipos de riesgos que son transversales, y ese conocimiento es una fuente de información valiosa para la empresa en el ejercicio de la debida diligencia. Por tanto, previo a la fase de identificación y evaluación de los riesgos de una empresa sobre las personas, el entorno y la sociedad en general, es conveniente tener claridad del tipo de riesgos que puede encontrar y las distintas formas en las que puede vincularse con ellos.
Lo anterior da cuenta de la necesaria comprensión de parte de la empresa sobre los diferentes riesgos que puede enfrentar. A ello se suma, la naturaleza dinámica de estos, que pueden cambiar a mayor o menor velocidad dependiendo de ciertos factores, lo que pone de relieve la importancia que las empresas revisen periódicamente sus riesgos de impactos negativos sobre las personas y el entorno. Por ejemplo, algunos factores que pueden afectar los riesgos identificados, ya sea, generando nuevos, anulando algunos identificados anteriormente, cambiando la gravedad y/o probabilidad de ocurrencia de otros, son la internacionalización de los negocios, la penetración y concentración de mercados, el desarrollo de nuevos productos o innovaciones a productos existentes, el entorno regulatorio, nuevos socios comerciales o competidores, contextos geopolíticos, otros shocks externos como lo fue la pandemia de Covid-19, etc.
Con todo, es imperativo que las empresas actúen proactivamente, imprimiendo también de dinamismo el proceso de debida diligencia, en particular, respecto de la identificación y priorización de los riesgos, su abordamiento de forma preventiva y la implementación de acciones de mitigación y reparación cuando el daño no fue posible de evitar, con el adecuado monitoreo de la efectividad de las medidas implementadas.
Esto significa que, el enfoque de derechos humanos tiene que estar integrado a los sistemas de gestión de riesgos y de toma de decisiones, materializando los principios contenidos en el compromiso político de alto nivel de la empresa. Se trata de permear con esta mirada a la empresa en todas sus dimensiones, poniendo al centro de las acciones empresariales a las personas.