MIEL CHILENA, UN DULCE NEGOCIO

10/07/2008

Polen, propóleo, jalea real, vinagre, cosmética y maquinaria son algunos de los subproductos del panal y tecnología que se exhiben en el Mega Evento Apícola 2008, evento que se lleva a cabo en Concepción hasta el 13 de julio y que cuenta con más de dos mil asistentes de una veintena de países.

En esta actividad, que alberga al mismo tiempo al IX Congreso Iberoamericano de Apicultura Chile 2008, la 1ª Feria Nacional de Productos Apícolas, el 4º Simposio Apícola Nacional y la 4º Apiexpo 2008, participan expertos internacionales que compartirán experiencias, tecnología y procedimientos de última generación.

¿Por qué en Concepción? El sectorialista de ProChile Francisco Subercaseaux explicó que “los años pares se realiza el Iberoamericano de Apicultura y, los impares, la feria Apimondia. Chile postuló hace dos años a ser sede del primero, el segundo evento más importante del sector, y coincidió con actividades nacionales de relevancia como el Simposio, Apiexpo y la Feria de Productos Apícolas”. Sumado a esto, la capital de la región del Bío Bío es considerada una de las zonas productoras por excelencia, por lo que hoy es la cuna de este mega encuentro.

“Nos sentimos honrados de hacerlo en nuestra Región. Nosotros producimos el 36% o 37% de la miel del país, es una Región importante, tenemos una cantidad significativa de apicultores y cajones de abejas. Si bien somos pequeños productores, somos muchos y existe la posibilidad de desarrollo para aumentar nuestra producción. Este evento significa un antes y un después en cuanto a aporte tecnológico y conocimiento”, destacó el apicultor y presidente de la comisión de organización local del evento, Julio Beltrán.

Según ProChile, el país exportó miel natural durante 2007 por un monto de US$ 12,7 millones, lo que corresponde a un aumento de 5,7% por sobre 2006 y a 30% en los últimos 10 años. Los principales destinos de estos envíos fueron Alemania, con un 75,31% del total, seguido de Estados Unidos con el 6,28%.

En cuanto a la Región del Bío Bío, ésta exportó US$1.1 millones, correspondiente a un 9,3% del total, posicionándose como la cuarta Región exportadora a nivel nacional. Respecto del destino de las mieles, Alemania es considerado el primer destino con un 75,31% de los envíos, seguido de Estados Unidos y Reino Unido con 6,28% y 5,34%, respectivamente.

Si bien aún hay mucho por hacer en cuanto a producción y envíos, el objetivo de este Mega evento es continuar posicionando a Chile como productor apícola y generar intercambio de experiencias, coordinación y fomento de la asociatividad, “una de nuestras fortalezas”, aseguró Subercaseaux.

Contexto internacional

La producción mundial de miel es del orden de 1,4 millones de toneladas, donde seis países -China, Estados Unidos, Argentina, México, Canadá y Alemania- concentran la mitad del total. En la última década, la producción y consumo mundial creció fuertemente, tendencia que se refleja también en el comercio internacional del producto.

El consumo interno de miel bordea las 1.400 toneladas, de las cuales un 65% se comercializa a través de canales formales (industria de alimentos, farmacéutica y cosmética, supermercados y tiendas menores) y el resto en los canales informales.


Ello significa un consumo per cápita de 100 gramos al año, cifra que se sitúa por debajo del promedio mundial (220 gramos) y lejos de algunos países europeos, donde el consumo anual per cápita supera el kilo, o de Nueva Zelanda, donde se consume 2,5 kilogramos por persona al año, informó ProChile.

A su vez, las exportaciones mundiales de miel en los últimos años bordean las 400 mil toneladas con un valor de US$ 700 a 950 millones, cifra que hace diez años no llegaba a la mitad. Los principales exportadores son China, Argentina México y Alemania y los principales países de destino corresponden a Alemania, Estados Unidos, Japón y Reino Unido.

El dinamismo del comercio mundial de la miel, con un crecimiento anual de 10% en la última década, se inscribe claramente en la evolución de los hábitos de consumo, donde lo natural y saludable constituye una variable cada vez más apreciada e incluso exigida por los consumidores. Estas nuevas pautas explican también la diversificación en la demanda de los productos apícolas, donde derivados como propóleos, polen y jalea real empiezan a masificarse, constituyendo nichos de mercado de mayores retornos.

Estas tendencias configuran un escenario alentador para el sector apícola chileno, pero a la vez de mayores exigencias. El mercado mundial de la miel se ha vuelto más sensible a las condiciones de calidad e inocuidad del producto transado, como lo demuestran los recientes cierres y alertas sanitarias, en particular en el mercado europeo.

Desarrollo económico y biodiversidad

En Chile, como en el resto del mundo, la apicultura genera impactos positivos de fundamental importancia en cuatro dimensiones. La primera de ella y la más visible, corresponde a la generación del producto apícola, que corresponde al valor de la miel, de los otros productos de la colmena y de los servicios de polinización.

Otro beneficio dice relación con su impacto en la actividad frutícola, hortícola y de producción de semilla, como consecuencia de la actividad polinizadora de las abejas. Si bien es difícil cifrar este aporte, se estima que el incremento de producción agrícola generado por la actividad polinizadora de las abejas representa un valor diez a treinta veces superior a los productos de la colmena.

Lo dice el argentino Lucas Martínez, vicepresidente de la organización ferial Apimondia: “Países como Chile y Argentina, con un fuerte sentido exportador, sólo ven la miel y sus cifras de exportación, pero esta también genera biodiversidad botánica. Gran parte de la fuerza exportadora de Chile está en sus frutos, y estos necesitan de la polinización”. Además, destacó a la miel como un importante factor del desarrollo local y económico, ya que “está generando que las sociedades puedan volver al campo, producir alimentos naturales y contribuir al desarrollo del medio ambiente”.

Estos “seres de multitud”, como los llamó en 1901 el escritor belga Maurice Maeterlinck en su libro “La vida de las abejas”, contribuyen a la mantención de los equilibrios ecológicos mediante la preservación de la biodiversidad y reproducción de la flora endémica.

En adición a esto, la actividad apícola constituye una interesante alternativa de generación de ingresos en áreas de difícil solución agrícola, territorios generalmente deprimidos en términos económicos. Sectores campesinos con restringido acceso a la tierra pueden generar con las abejas un significativo complemento económico. La actividad apícola se constituye entonces en una valiosa contribución en las estrategias de superación de la pobreza rural y con impacto en el desarrollo de la Agricultura Familiar Campesina.

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