La crítica internacional se rinde cada vez más ante el trabajo realizado por los cineastas chilenos. Después de que la película Tony Manero, dirigida por Pablo Larraín, participó de la prestigiosa muestra La quincena de los realizadores, fue seleccionada para representar a Chile en los Oscar y galardonada como mejor largometraje en el 26º Festival de Cine de Turín, el cine chileno está encontrando su espacio en los certámenes internacionales.
La co-producción chilena-argentina-española La buena vida, dirigida por Andrés Wood, ha sido recientemente premiada con el Colón de Oro en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, que este año celebraba su 32a edición.
La película fue rodada en Chile en ocho semanas y cuenta entre sus principales localizaciones con escenarios del centro de Santiago, la Escuela de Carabineros, la comuna Las Condes, el Cementerio General y el Teatro Municipal de Viña del Mar.
Por otro lado, La Nana, segundo largometraje del director Sebastián Silva, es el último exponente de los éxitos internacionales que el cine chileno está cosechando en 2008. El Festival de Sundance, el evento de cine independiente más importante del mundo, ha seleccionado esta película como finalista en la categoría de Drama en su 25ª edición, que dará comienzo el 15 de enero de 2009.
ProChile promociona el cine chileno
Chile cuenta con diferentes leyes y acuerdos para garantizar el apoyo al cine nacional. ProChile, en su calidad de organismo encargado de la promoción de exportaciones chilenas, trabaja en ello desde hace siete años. La oferta audiovisual exportable ha alcanzado una posición protagonista, ya que no solamente genera ingresos para el país, sino que exporta su identidad y fortalece la imagen de Chile a nivel internacional. Dentro de América Latina, los principales competidores de Chile son Argentina, Brasil y México.
La labor que ProChile desarrolla en torno al sector audiovisual se divide en líneas de negocio en cine, televisión, servicios audiovisuales de producción, animación y servicios de publicidad.
Asimismo, entre las diversas funciones de ProChile figura el apoyo a la producción, distribución, venta y proyección de películas a nivel internacional; a los servicios de radio y televisión, y a la promoción de películas nominadas en festivales o que optan a premios internacionales, entre otras.
Los Festivales Internacionales se han convertido en un vehículo privilegiado para el lanzamiento y la venta de producciones audiovisuales. En los últimos años el cine chileno se ha puesto de moda y ha recibido numerosos premios en certámenes tan prestigiosos como el Festival Internacional de Berlín, el de Friburgo, el de La Habana, el de Amiens, el Festival internacional de Cine Latinoamericano de Huelva o el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires. Además, ha estado representado como finalista en los Premios Goya, en el Festival de San Sebastián y en los MTV Movie Awards, entre otros.
A estas premiaciones hay que sumar la internacionalización de una nueva generación de directores chilenos que se han ganado el reconocimiento de la crítica en los últimos años, como los mencionados Andrés Wood, Sebastián Silva y Pablo Larraín, nombres que se suman a los de algunos consagrados como Gonzalo Justiniano (Caluga o Menta, Amnesia, B-Happy) o Silvio Caiozzi (La Luna en el Espejo, Coronación, Cachimba).
La producción audiovisual chilena está experimentando un crecimiento notable durante los últimos años. Desde 1997 al 2007 se han producido más de 90 largometrajes, 30 cortometrajes y 80 documentales. Hay más de 100 productoras chilenas y actualmente existen más de 33 centros de formación técnica dirigidos a todas las áreas de especialización del sector audiovisual.
Las principales fortalezas para la internacionalización del sector audiovisual chileno son el apoyo gubernamental, la creciente oferta académica relacionada con el sector y la existencia de empresas en todas las fases de la cadena de producción.
A esto hay que sumar el enorme potencial de Chile para el rodaje de producciones cinematográficas y audiovisuales gracias a su diversidad geográfica, su estabilidad política, su seguridad y su buen clima para hacer negocios. Estas características han permitido al cine chileno entrar en los principales circuitos internacionales de producción y figurar entre las grandes productoras, como Universal Studios, 20th Century Fox, Walt Disney o Sony, como un destino prioritario para los rodajes de sus películas. Baste mencionar por ejemplo, que buena parte de la última entrega de James Bond, Quantum of Solace, fue filmada en el norte del país andino.