Los efectos del cambio climático están a la vista de todos: aumento de la frecuencia de huracanes, sequías, temperaturas extremas, derretimiento de glaciares. En esta línea, uno de los acuerdos surgidos al amparo del Protocolo de Kyoto (1997), estableció la obligación para los países más industrializados de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, fijando un plazo y una meta.
Una forma de lograr esas reducciones es a través del llamado Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL). Este implica que las disminuciones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) cuentan para efectos del cumplimiento de las obligaciones de los países industrializados, independientemente de dónde se materialicen, ya que el cambio climático es un fenómeno global.
De esta forma, por ejemplo, un proyecto que reduce emisiones de GEI en Chile, puede permitir acreditar el cumplimiento de las obligaciones de países como Canadá, Japón o de la Comunidad Europea. Para ello, aquel proyecto desarrollado en Chile debe certificar dichas reducciones y transferir al otro país el Certificado correspondiente. Estas transacciones de Certificados han dado origen al mercado del carbono y se están constituyendo hoy en un poderoso instrumento para estimular la cooperación en materia de medioambiente entre países desarrollados y los países emergentes.
La estrategia de ProChile es mantener al país en el mercado como un proveedor confiable, estable y que ofrece proyectos de calidad y bajo riesgo, asegura la jefa del Subdepartamento de Medio Ambiente de ProChile, Paola Conca.
Según cifras de ProChile, desde el año 2004 que Chile está desarrollando un gran número de proyectos de reducción de emisiones de carbono. Actualmente, es el séptimo país en ofertas de proyectos MDL y el tercer mejor país para invertir a través de este mecanismo.
Hasta el momento, Chile ha transado aproximadamente 40 proyectos, los cuales representan ventas cercanas a los 330 millones de dólares. Así, Chile representa el 10% de la oferta de proyectos MDL en Latinoamérica.
Esto es importante para naciones como Chile, porque detrás de un proyecto MDL hay transferencias de conocimiento y tecnologías, especialización de profesionales, cuantiosas inversiones y generación de mano de obra muy calificada, entre otros aspectos, aseveró Conca. Así, Chile no sólo está reduciendo gases de efecto invernadero, también está generando negocios, mejorando su competitividad y exportando conocimiento. En este contexto, el Protocolo de Kyoto abre oportunidades comerciales que Chile busca aprovechar, pues en esta materia puede exhibir una experiencia muy valiosa. Se trata de una oferta exportable no tradicional, estimulada con fuerza a través de ProChile. La página web de ProChile www.chileinfo.com/carbon es la única en su tipo en Latinoamérica, contiene 50 proyectos en desarrollo o ideas de proyectos y 68 proyectos en etapa final o pipeline.
El año 2008 la DNA (autoridad nacional designada que otorga las cartas de autorización a los Proyectos MDL) otorgó 8 cartas de Autorización para presentar los proyectos MDL a la Junta Ejecutiva y poder comenzar el proceso de aprobación de éstos por el organismo Internacional. La tipología de estos proyectos se centró en proyectos de Biomasa, Centrales Hidroeléctricas de pasada y Captura de Metano en Rellenos Sanitarios.
En lo que va de este año, la DNA ya ha otorgado dos cartas que corresponden a proyectos Captura de Metano en Rellenos Sanitarios.
Sin embargo, es interesante destacar que dentro de los 40 proyectos ya transados, existen varios casos emblemáticos que Chile ha ido cosechando a lo largo de este período. El primero de ellos y el más conocido es Chacabuquito, un proyecto hidroeléctrico de Guardia Vieja que fue el primero a nivel mundial en registrarse. Otro caso de éxito son los proyectos desarrollados por Agrosuper, que hoy ya suman siete y cuya metodología de medición fue desarrollada en nuestro país.
Otro caso emblemático es Arauco que es la primera empresa forestal chilena en utilizar el MDL y emitir Certificados de Reducción de Emisiones (Cers) a través de la producción de energía por medio de biomasa forestal, autoabasteciéndose e inyectando parte de ésta al Sistema Interconectado Central (SIC).
Es interesante destacar un pequeño proyecto en tamaño, pero de un alto impacto por su gran contribución al desarrollo sustentable, se trata del Proyecto de Biomasa Russfin de la empresa chilena Ignisterra, que ha mejorando las condiciones ambientales y sociales de toda la comunidad de Aysén. Este proyecto pasó por las manos de la organización Greenpeace, quienes lo alabaron, para finalmente ser comprado por la fundación suiza Climate Cent Foundation, quién lo clasificó como destacable para ser adquirido.