Cuando un solo trabajo No basta

29/02/2016
La opción de tener más de una actividad remunerada es una tendencia en alza. Bautizada como slashing, concentra adeptos principalmente entre las mujeres. Mientras algunas buscan una segunda o tercera fuente de ingresos, que las ayude a superar la brecha salarial, otras encuentran en este camino un sistema de trabajo más flexible. Pero siempre hay una motivación central: desarrollar todos los talentos, todas las pasiones.  -Y tú, ¿a qué te dedicas? Hay personas que no pueden contestar esta cotidiana y aparentemente simple pregunta con una sola palabra; ni siquiera con un frase corta. No pueden decir, por ejemplo, soy médico, soy cajera de banco, soy psicóloga, soy vendedora en una tienda, soy emprendedora, tengo una start-up. Y no pueden porque son slashers: así se les llama a quienes tienen más de un trabajo a la vez porque en sus currículos -o presentaciones en LinkedIn- separan cada una de sus actividades con un slash (barra, en inglés). Mónica Alvear, por ejemplo, es socióloga/profesora de danza/dueña de una tienda de maquillaje. Annette Thibault, cientista política/cantante popular. Josefina Urquieta, diseñadora gráfica/banquetera. Rocío Abarzúa, ingeniero comercial/peluquera. Y María José Ceballos, diseñadora industrial/instructora de yoga. Hasta antes de este siglo, tener varias actividades lucrativas en paralelo no era algo común. Existían, y existen aún, quienes tienen un trabajo formal y además hacen clases en alguna universidad o venden cosas. También han existido siempre esos trabajitos extra, relacionados con la profesión, que se hacen fuera del horario de trabajo. Pero hoy el escenario ha cambiado y es cada vez más frecuente que las personas tengan dos o incluso más actividades laborales que pueden ser muy diferentes entre sí, pero que para la persona son igualmente importantes. En particular -aunque no exclusivamente- para la generación millenial, menor de 35 años, cuyo concepto de vida laboral está lejos de ser un camino lineal. Mientras más intereses o talentos puedan desarrollar, mejor. La primera en ponerle nombre a esta tendencia fue Merci Alboher, una abogada/gerenta de marketing y comunicaciones/escritora/conferencista neoyorquina. En 2007, llegó a las librerías estadounidenses con el volumen "One person/Multiple careers: The Original Guide to Slash", reeditado en 2012 y disponible en inglés en Amazon.com. Ahí, plantea que el slashing no es una moda o una tendencia pasajera, sino un modelo de trabajo que llegó para quedarse. -A medida que se erosiona cada vez más la idea del sueldo fijo, esto se convertirá en parte del modelo económico permanente para casi todo el mundo, sin importar el nivel de educación, clase social o posición geográfíca -acota desde su casa en Greenwich Village, donde vive junto a su marido, emprendedor/diseñador, y su perro, un bulldog llamado Sinatra. A esto, dice, hay que sumar la longevidad, factor cada vez más importante. -Mientras avanzamos de una vida laboral de 30 años a una de 50, la gente irá coleccionando muchos slashes a lo largo del camino. Saltará dentro y fuera de trabajos jornada completa a períodos de slashing o de armarse un sueldo a partir de trabajos part time. Así vislumbra su futuro María José Ceballos, 39 años, diseñadora industrial/gerenta de marketing de una marca de retail/administradora cultural/instructora de yoga. No quiere trabajar 40 años en la misma empresa, de ocho a ocho, como su padre. Aunque ella tiene un trabajo jornada completa, también hace clases de yoga para niños y, como le gusta la cocina, no se cierra a comenzar a generar algún dinero extra en el mundo de la gastronomía, sin que esto implique necesariamente dejar el retail. O a volver a trabajar en administración cultural, sin dejar el yoga. Todas las combinaciones son posibles. -Estos oficios/hobbies se transforman en carreras que se complementan bien porque tienen horarios flexibles -explica. -Si estás con dos cosas, no te encasillas en una sola; si te llegas a aburrir de algo tienes la otra alternativa. La ventaja de esto es que no te aburres, siempre estás teniendo experiencias nuevas. -Qué importa si eres diseñadora, banquetera o cualquier otra cosa -agrega Josefina Urquieta, 25 años, quien trabaja como diseñadora gráfica free lance y además cocina para una empresa de catering. -Lo que importa es mezclar y utilizar todos nuestros conocimientos, integrarlos, para que el resultado sea más satisfactorio. No es solo dinero La necesidad de contar con más ingresos es uno de los motores que impulsa a los slashers. En especial a las mujeres: la brecha salarial muchas veces las motiva a trabajar más para igualar el sueldo que tendrían si fueran hombres. Según cifras entregadas este mes por la Superintendencia de Pensiones, esta brecha se ha reducido en Chile por segundo año consecutivo, pero aún así se mantiene una diferencia de 15,5 por ciento. A ellas también las afecta más el llamado "techo de cristal": las limitaciones que, llegado a cierto nivel, impiden el ascenso femenino. -Aunque tener más de una actividad está en mi naturaleza, lo principal para mí ha sido buscar nuevas fuentes de ingreso, porque me casé muy joven y me separé también muy joven -confirma Mónica Alvear, 44 años, socióloga/consultora/profesora de danza y dueña de una tienda de maquillaje que hoy funciona en línea, pero que hasta fines del año pasado tenía también un local en el Barrio Italia. Lo del baile, cuenta, surgió como una alternativa para costear sus estudios y desde entonces ha estado siempre presente como una fuente alternativa de ingresos. Hoy está enfocada en las danzas celtas y, a futuro, le gustaría instalar una academia propia. Lo del  maquillaje -que la tuvo en algún momento dando talleres y cursos- tiene su origen en su gusto por la expresión artística. Y, como socióloga, es socia de una empresa de consultorías que por estos días trabaja en participación ciudadana. -Cuando eres independiente, tienes que jugar con todos tus recursos -acota Mónica. Y agrega: -Todas las personas tenemos más de un talento, más de un gusto. Que (el slashing) sea tendencia es bonito porque te permite desarrollar distintos aspectos tuyos simultáneamente. Tienes la posibilidad de encontrar satisfacción en distintas áreas y se amplía tu círculo social. Pero ni el presupuesto mensual ni la creciente escasez de trabajos de formato tradicional son suficientes para explicar el auge de los trabajos paralelos. Tampoco las ganas de manejar un horario propio, que motiva en especial a las mujeres en etapa de crianza. Lo que suele distinguir a los slashers del clásico freelanceo es una necesidad, a veces no del todo consciente, de equilibrio interior. Su búsqueda de balance personal, explica Merci Alboher, se traduce casi siempre en fórmulas reconocibles, basadas en opuestos. -Al final, todo se reduce a estas mezclas: trabajo bien pagado/actividad apasionante; hemisferio derecho/hemisferio izquierdo; análisis/creatividad; cuerpo/mente; contrato/emprendimiento -explica. Por eso el slashing se manifiesta, usualmente, a través de una mezcla de trabajos estables con emprendimientos o servicios profesionales a honorarios, pero puede adquirir múltiples formatos. Por ejemplo, a Rocío Abarzúa, 25 años, ingeniera comercial/peluquera a domicilio, le interesa potenciar su lado creativo, mientras mantiene un trabajo más bien relacionado con lo numérico. Durante la semana, trabaja en una editorial; en su tiempo libre hace peinados para matrimonios, fiestas de graduación y todo tipo de ocasiones especiales. -Empecé a peinar cuando estaba en la universidad y al entrar a trabajar seguí porque me gusta. Siempre me va a gustar hacer esto. Mientras me lo pidan, lo seguiré haciendo -dice. Una situación similar es la que vive Annete Thibault, 35 años, cientista política/economista/cantante popular francesa que vive en Chile desde hace algunos años. Junto con trabajar en un centro de estudios para la superación de la pobreza vinculado con la Universidad Católica, edita discos -"una mezcla de soul y jazz con alguna influencia de hip hop más urbana", describe- y canta en restaurantes y eventos. -Me ha costado llegar a la conclusión de que, al final, soy las dos cosas y que esa es mi fortaleza -dice, mientras cuenta que tiene en carpeta la edición de un nuevo disco y que en Francia, antes de llegar a nuestro país, se hizo conocida en un programa de talentos. -Si no canto, me falta algo. Cantar es lo que conecta mi cuerpo con mi mente, mientras que mi trabajo en el centro de investigación es solo mente, que me encanta también. Me gusta ponerme la máscara de la artista y ponerme la máscara de la cientista política. Es como un juego, que me abre muchos horizontes. Estructura y disciplina Con todo, esta opción de vida -porque así la entienden los slashers- no está libre de riesgos y costos. Y la inestabilidad financiera no es el único fantasma. Según explica Eduardo Zamora, profesor de empleabilidad y desarrollo de carrera en programas de MBA de la Escuela de Economía de la Universidad de Chile y de la Escuela de Ingeniería en la UDD, en el mercado chileno todavía no es bien visto que una persona tenga actividades paralelas. Al menos, si se busca combinar un empleo tradicional con otras fuentes de ingreso. Si se trata de hobbies, explica, se ven como una característica positiva que habla de personas multifacéticas y creativas, pero si las actividades extras implican algún tipo de remuneración o ingreso, se piensa que la gente no dedicará suficiente atención a las labores para las cuales es contratada. -Acá hay más desconfianza -comenta. -Además, los chilenos somos más desordenados que los estadounidenses. Allá, si a alguien lo contratan por cuatro horas, trabaja esas cuatro horas en lo que corresponde; los chilenos nos desconcentramos. Si quieres tener éxito (con el slashing), la clave está en ser ordenado, responsable y disciplinado, características que los chilenos tenemos poco. Annete dice tener resuelto el tema económico con su trabajo en el centro de investigación, y que esto la ha ayudado a no tener que concentrarse solo en uno de sus talentos. -Es cierto que se requiere de estructura y disciplina para obligarte a darte el tiempo para todo: aunque tenga jornadas largas en la oficina, me dejo días para trabajar mi voz, practicar mi música y cultivar las dos partes de mi cerebro. Hago exactamente lo que estudié, trabajo en una organización genial y no soy una cantante frustrada. No me imagino teniendo que elegir. Esto es parte de la felicidad que siento en esta vida y no sé si renunciaría a ella. Por ahora me gusta la idea de vidas paralelas -comenta. -Yo creo que si estás bien contigo mismo puedes lograr hacer varias cosas a la vez -agrega María José Ceballos, convencida de que, hasta ahora, lo ha conseguido. Maquillaje: Manuel Henríquez para Urban Decay. La necesidad de contar con más ingresos es uno de los motores que impulsa a los slashers. En particular a las mujeres: la brecha salarial muchas veces las motiva a trabajar más. Lo que distingue a los slashers del clásico 'freelanceo' es la búsqueda de balance personal a través de combinaciones laborales que desarrollan áreas opuestas (mente/cuerpo; análisis/creatividad).   Fuente: El mercurio, Revista YA  

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