Una vez aprobado el compromiso por la alta dirección, es clave difundirlo públicamente, tanto al interior de la empresa, a todo nivel organizacional, como entre aquellos actores con los cuales la compañía mantiene relaciones contractuales, se vinculan a sus operaciones, los inversores, reguladores, y otros interesados que pueden verse afectados. Por supuesto, el compromiso del nivel directivo debiera estar disponible y accesible a todas las personas o terceros interesados, divulgándola a través de, por ejemplo: la página web de la empresa, redes sociales, boletines, reuniones informativas.
A la vez, deviene esencial adecuar el resto de las políticas y procedimientos internos, incluidos los órganos de supervisión, con el fin de alinearlos y hacerlos coherentes con el compromiso de alto nivel de la empresa, por ejemplo, aquellos referidos a relaciones laborales, relacionamiento comunitario, abastecimiento y aprovisionamiento, incentivos financieros y de otro tipo al personal, salud y seguridad ocupacional, compliance, lobby. La Guía CER señala que las políticas empresariales sobre conducta empresarial responsable deben ser incorporadas a los sistemas de gestión, lo que permitiría su implementación como parte de los procesos habituales de la compañía, aunque atendiendo la posible independencia, autonomía y estructura legal de esos órganos de supervisión.
Lo anterior, será crucial para lograr una efectiva implementación de la Política, pues al dirigir la información de manera transversal a todo el personal, a sus relaciones comerciales y demás grupos de interés relevantes, junto con hacer un reforzamiento constante a través de capacitaciones e instancias de formación, hará posible que sus stakeholders comprendan cuál es el rol que les compete en el respeto del compromiso de alto nivel de la compañía.